Ninguna visión espiritual se puede tener si no tenemos fe, no podemos tener seguridad de las promesas de Dios ni confianza en él. Sólo por la fe que se basa en la verdad de Dios podemos creer que Cristo es el Señor y Salvador, que por él somos unidos a Dios y aceptados para ser hijos y herederos del reino de los cielos, así es como podemos tener certeza de todas las bendiciones presentes y futuras de Dios.
«La fe viene del evangelio, el Espíritu Santo produce fe en el corazón cuando la palabra de Dios toma lugar en nosotros, por eso es por lo que la fe no es siega, ni es ignorancia de las cosas, sino no que nace y crece por el evangelio cuando Dios con gran misericordia obra mediante su Espíritu Santo para convencernos sobre quien es él, sobre Cristo nuestro salvador y respecto de todas las promesas.»
La palabra de Dios que es su revelación puede ser entendida sólo con la sabiduría celestial que él mismo nos provee, por eso la palabra hace que nuestra convicción crezca, se desarrolle la fe y nos impulse para esperar en Dios todas las cosas, y del mismo modo, aunque no podemos ver muchas cosas creemos como verdad todo lo que Dios dice que existe y esperamos todo lo que Dios ha anunciado de manera anticipada. Cristo es el cumplimiento de las promesas de Dios, y es la garantía de que todo lo que falta por venir existe y llegará justo a tiempo.
Así como con nuestros ojos podemos ver las cosas que existen, con la fe no dudamos de todo lo que existe en el orden espiritual, porque siendo la fe la convicción que proviene de Dios, nos permite relacionarnos con él mediante Cristo y así también experimentamos todas las cosas espirituales, lo que también repercute en toda nuestra vida y en todas nuestras cosas. Sin fe es imposible creer en Dios, ni hay posibilidad de tomar una actitud que le agrade y por lo mismo nada puede esperarse de él, por esto es por lo que, el que no tiene fe no puede creer en Cristo. Así que, pidamos fe y seamos diligentes al atender la palabra de Dios para que nuestra fe aumente.