Cuando sentimos la fuerza de los problemas y cuando sufrimos dificultades por el mal podemos llegar a pensar que estamos solos y acabados. Pero cuando hemos comprendido el evangelio que es Emanuel, es decir, “que Dios está con nosotros”, vamos a estar tranquilos sabiendo que nuestra victoria viene de Cristo quien venció el mal, murió para darnos vida y que nos acompaña hasta en fin del mundo. Lo cierto es que también debemos procurar que nuestra confianza y dependencia esté en Cristo, que creamos en realidad que él es nuestro salvador.
“Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.” Éxodo 14:13-14 RVR1960
No nos enceremos en nosotros mismos como suficientes, no creamos que podemos valernos por nosotros mismos para triunfar o para creernos merecedores de la salvación y de todos los favores de Dios. Pero tampoco por las angustias que vivimos lleguemos a pensar que las adversidades están fuera de control. No pensemos esto, ya que Dios siempre está en control de todo, tiene como propósito nuestra salvación y en su propio horario permite que sucedan las cosas para sus propios planes y fines, por esto es por lo que, hay que tener plena certeza de que con la provisión de Dios llega la salvación.La segura salvación que tenemos en Cristo también se manifiesta en la vida diaria, es decir, en cada ámbito de la vida podemos disfrutar la manifestación de Cristo, así es como los cristianos podemos tener paz, gozo y esperanza en cualquier momento de la vida. Asegurémonos de estar firmes en Cristo, guiándonos por su Palabra y siendo sensibles a la dirección del Espíritu santo, así nunca dejaremos de experimentar el gran amor de Dios y superaremos el mal perseverando hasta el final. Creamos que la salvación viene de Cristo y que en él ya somos más que vencedores.Cuando nos desesperamos y nos invade el miedo rápidamente somos derribados y nos paralizamos para no continuar. Son muchas las decisiones que se toman bajo el miedo, la tristeza, y la desesperación, decisiones que no nos llevan a nada bueno, si no a la renuncia y por ello caemos en el pozo de los derrotados y fracasados. Pensemos siempre que aun en las batallas más terribles Dios cumplirá su plan, y que, si las batallas son grandes, también los resultados serán gloriosos en nuestras vidas.El miedo nos lleva a tomar la decisión de la retirada, y la desesperación nos impulsa a tomar decisiones prontas y a actuar por nuestra propia cuanta en lugar de esperar en las promesas de Dios. Mantengámonos en Cristo, en su palabra y estemos siempre en oración basados en la palabra y en el nombre de Cristo y esperemos porque Dios ya está actuando para sacarnos a delante y mostrarnos la salvación.