Reconozcamos nuestros pecados y determinemos con la fe en Cristo arrepentirnos de nuestra maldades y Dios nos recibirá como hijos, porque para esto vino Cristo al mundo, para salvarnos de nuestra miserable condición y traernos a Dios para que seamos provistos de la salvación y de la vida eterna, para que seamos saciados verdaderamente y disfrutemos vivir. El trato que Dios nos da mediante Cristo es el trato de un padre bondadoso que tiene reservado lo mejor para sus hijos. Disfrutemos el amor paternal de Dios sin dudas de que su amor supera nuestras maldades, por eso nos perdona siempre que exista fe en Cristo y un arrepentimiento sincero.
«El profundo arrepentimiento es respondido con el profundo amor de Dios, pero incluso, el arrepentimiento es parte del amor de Dios, pues con el evangelio Dios produce el querer como el hacer, ya que somos convencidos y capacitados para responder en fe, confianza y obediencia. La salvación es por gracia divina, la obra es de Dios, pero Dios es tan perfecto en su obra salvadora, porque no nos manipula, ni nos forzó, más bien, nos convence de la verdad y nos motiva para volvernos a él creyendo en Cristo y arrepentidos de vagar pecando.»
Dios se goza cuando nos ve bien, por eso siempre tiene el propósito de hacernos bien, ha dado por nosotros lo más valioso para hacer posible que todas sus bendiciones sean derramadas en nuestras vidas. Dios celebra cuando volvemos a él, porque eso implica volver de la pobreza, de la tristeza y de la muerte. Dios procura que estemos viviendo bajo su propósito, ya que espera que gocemos de él para siempre, y aunque este gozo será total en la eternidad, hoy podemos disfrutar su presencia espiritual y del gozo que resulta de sentirnos perdonados, salvos y con vida eterna.
Mientras estemos en este mundo enfrentaremos las tentaciones de satanás, con las que busca atraernos a él, motivándonos a buscar fuera de Dios y lejos la mejor condición de vida. Sin embargo, debemos despreciar los deleites de esta vida, y debemos de cuidar de no malgastar todo lo que Dios nos ha dado como parte de la salvación. Por, sobre todo, sirvamos a Dios, obedezcamos su palabra y estemos en comunión con él, ya que así siempre estaremos satisfechos, disfrutando las abundantes riquezas espirituales y con gozo en la casa de nuestro Padre.