
Humillarnos delante de Dios debe ser una acción voluntaria, aunque esta siempre será impulsada por la gracia de Dios, porque es Dios el que precisamente con el evangelio nos ayuda a reconocer nuestra pobre condición espiritual y nos capacita para aceptar el ofrecimiento de su gracia como la solución para la vida. Dios no humilla a nadie como para que se sienta despreciado, más bien, Dios quiere aceptarnos cuando buscamos ayuda en él, pues del poder de satanás nadie puede librase solo, ni podemos escapar de la maldición del pecado.
«Cuando somos humildes de manera voluntaria podemos recibir la abundante gracia, ya que con esta actitud espiritual somos guiados a Cristo como el medio para alcanzar misericordia. Dios siempre ayudará a todos los que claman a él, a los que invocan su nombre para buscar sus promesas. Los que creen que no necesitan de Dios seguirán en esa condición espiritual que les hace vivir arruinados, pero, además, ya son condenados porque la vida que viven es opuesta a Dios, deshonra su presencia y desprecia el evangelio, por medio del cual únicamente podemos recibir salvación y vida eterna.»
La santidad y sanidad que hoy necesita la humanidad puede encontrarla en Dios, él hoy esta esperando la humildad que lleva al arrepentimiento, porque así no tardara en manifestarse. Creamos que Dios está por encima de la tierra, lo cual indica que no está involucrado en el pecado, lo desprecia y que no da por inocente al culpable, y por eso debemos arrepentirnos de pecar, debemos volvernos a él sometidos a su voluntad. Por otra parte, el hecho de que Dios nos escucha desde el cielo significa que puede ayudarnos, ya que para él no hay nada imposible y aunque parece distante de nosotros, no lo está, porque para eso nos dio un salvador como mediador perfecto.
Reconozcamos a Dios, relacionémonos con él y aceptemos su oferta, así nuestra vida estará segura. Confiemos en Dios, creamos que lo que ofrece nuestra vida lo necesita ahora y en el porvenir. Dios en Cristo es la solución para nuestra santidad, sanidad, es la fuente de la provisión y segura protección. Iniciemos con Cristo una nueva vida, dejemos nuestro mal andar opuestos a Dios y comencemos una verdadera relación con Dios confiando que siempre nos oirá y atenderá para que vivamos en la mejor condición de la vida a pesar del mal que se manifiesta en este tiempo.