Dios es la fuente que suple nuestras necesidades a través de Cristo, Dios es nuestro seguro refugio cuando en Cristo clamamos a él y nos entregamos confiando y dependiendo. La mala condición de la humanidad, las injusticias y las necesidades fluyen del pecado como la raíz de todos los males que afectan la vida humana. El pecado nos ha separado de Dios, y es así como lejos de Dios se vive la peor tragedia que la humanidad ha enfrentado.
«Dios nos ofreció a Cristo desde el principio como nuestro libertador y como nuestro socorro ante la desgracia que enfrentamos. Cuando recibimos a Cristo y creemos en el por la fe podemos ser llenos de lo que la vida necesita en todos los aspectos, iniciando con el hecho de ser perdonados, liberados del pecado y de la culpa, así nuestra condición de vida cambia, porque sólo así podemos ser aceptados por Dios y tratados como hijos. De esto también dependen todas las demás bendiciones.»
Dios sacia nuestras vidas porque el vacío que podemos sentir es por la ausencia de él, y para esto ha enviado Cristo, porque él es Dios en nosotros y con nosotros. Pero también, Dios nos ayuda supliendo las necesidades del cuerpo, porque nos trata como ha seres humanos y como tales le importamos a Dios completamente, incluso, por eso podemos hablar de una redención completa y de un trato de Dios completo, con el propósito que disfrutemos de él para siempre. De igual modo, toda nuestra vida y nuestros roles deben ser para la gloria de Dios.Aunque hoy se sufre la injusticia, la desigualdad y eso provoca hambre y aflicción, Dios está al pendiente, y su anhelo es que todos seamos saciados y sostenidos en las aflicciones. Así que podemos buscar el socorro de Dios, porque el quiere y puede ayudarnos en este mundo de sufrimientos por el pecado. Pero, ante todo, debemos aceptar a Cristo, porque en el reino de Cristo somos bendecidos totalmente e iniciando con las bendiciones eternas que traerán como añadidura las demás bendiciones. Dios ha descendido hasta nuestra condición para ayudarnos verdaderamente, clamemos a él, ahora mismo, en el nombre de Jesús.