Los débiles y los cobardes nunca avanzan

En todas las cosas que hagamos el esfuerzo es importante, siempre dependiendo de la presencia de Dios que nos infunde fuerzas. De la misma manera hacer las cosas con valor es parte de lo necesario para avanzar en las metas y propósitos, pero nunca nuestra valentía tiene que ser por soberbia o por auto dependencia, sino porque confiamos en la presencia de Dios que nos brinda seguridad.

«La falta de fuerza impide seguir hacia adelante, porque en todo hay oposiciones y por eso el agotamiento hace que muchos desmayen en los buenos propósitos que Dios tiene. La comunión con Dios en la vida diaria nos da reposo y nos prepara para la senda que debemos recorrer, nos capacita para ser perseverantes con firmeza.»

Considera el esfuerzo forma parte de los recursos con los que contamos, pero también es un mandamiento que tiene que ser considerado. Siempre debemos estar buscando que Dios nos fortalezca y debemos estar orando a él para que su fuerza llegue como respuesta a nuestras humildes oraciones.

Satanás también usa el miedo para detenernos, porque cuando estamos asustados no damos pasos con seguridad, no enfrentamos los obstáculos de la vida y nos gana el pensamiento pesimista y el sentimiento negativo. Hay que tratar con el miedo con la seguridad de que Dios no nos deja en ningún instante, es nuestro compañero fiel capaz de vencer toda oposición, pues por medio de Cristo Dios ha manifestado victoria sobre el mal y por eso el maligno no nos puede causar daño como para destruirnos. Pese a lo que haga todo enemigo de nuestra fe no tiene el poder para vencernos si dependemos de la obra de Cristo en la cruz.

No renunciemos a la vida ni a las tareas que Dios nos da, porque nada puede justificar tal renuncia, ya que todo lo que necesitamos se ofrece para nuestro bien. Lo único que necesitamos es a Dios y él dice que siempre estará con nosotros, por eso es por lo que debemos tomar la fuerza de él y el valor que ahora mismo necesitamos para vencer primero nuestra cobardía y después al maligno.

Aceptemos nuestra debilidad para ser fuertes en Dios, dejemos de confiar en nosotros para confiar en Dios y así saldremos adelante siempre, en lugar de vivir arruinados para toda la vida, porque los débiles y los cobardes nunca avanzan.

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