Nuestro trabajo es de bendición y será recompensado

La realidad es que nuestros días aquí en este mundo están contados y eso no podemos cambiarlo, pero también lo cierto, es que gracias al infinito amor de Dios tenemos vida eterna con él en la gloria, que hay un cielo nuevo para todos los hijos de Dios, en donde ya no hay sufrimiento ni muerte. Por todo esto, y en agradecimiento a Dios, hay que vivir todos los días al máximo para su gloria, haciendo todas las cosas con esmero, ya que cada día que sirvamos en este mundo participamos del propósito de Dios para bendecir a las personas.

«No hay, ni habrá otro mundo como este necesitado y en el que Dios nos involucre para hacer su voluntad con el propósito de salvación y crecimiento. La calidad de vida ahora no es la mejor, ni nuestra manera de vivir es perfecta, cosa que es totalmente diferente en la gloria de Dios, pero si Dios nos da vida para que estemos aquí, es porque nos quiere usar. Trabajar para Dios no es en vano, Dios nos bendice ahora, y llena nuestro corazón de esperanza para la vida venidera.»

Que no nos asuste el futuro por la llegada de la muerte, como para que hoy estemos paralizados, inactivos y desanimados, recordemos que tenemos la esperanza de la resurrección en Cristo, que la muerte ha sido vencida, y que nuestro por venir es mejor que el vivir de hoy. La gloriosa esperanza es lo que deben impulsarnos a mejorar cada día para hacer mejor todas las cosas. La falta de servicio es por inmadurez cristiana y por la falta de la certidumbre, que a su vez es la manifestación de la ausencia del conocimiento y convencimiento del evangelio.

Al trabajar para Dios en este mundo no nos debe distraer la búsqueda de la gloria terrenal, ni ninguna otra cosa terrenal nos debe estorbar para no buscar lo eterno. La gloria del mundo es pasajera, así como todas las demás cosas, más Dios nos da lo eterno y nos espera para darnos la plenitud de todas las cosas en su gloria. Vivamos todos los días bajo el amparo de Dios, recibiendo su provisión y fortaleza, para hacer todo, para lo que nos está preparando y para lo que nos tiene en este mundo, que su presencia sea influencia para otros a través de nuestras vidas, que seamos de bendición para que muchos también reciban lo que ya tenemos. Dios jamás olvidará nuestro trabajo como peregrinos en este mundo.

 

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