No te rindas ante las dificultades, ríndete ante Dios

No te rindas ante ninguna dificultad, pero que tu no rendición no venga del orgullo, o de sentirte autosuficiente, sino de la confianza en Dios. Cuando dependemos de Dios nos rendimos ante él, allí depositamos nuestras flaquezas, pobrezas y miedos. Cuando actuamos de esta manera Dios nos ayuda, porque su gracia está disponible y es abundante para los humildes, en cambio, lo soberbios son rechazados y dejados en sus dificultades, de las cuales no salen bien librados.

Cada dificultad sirve para probar nuestra condición espiritual, ya que, en realidad, no nos conocemos bien, no es fácil medir nuestra madurez cristiana, ni tampoco saber claramente sobre las imperfecciones personales. Dios nos bendice en las dificultades, por eso las permite, pero no nos deja solos, y también de esta manera se da a conocer, para que confiemos más en él. Así que, no te rindas, apóyate en Dios y deja que te perfeccione.

Compartir