Tenemos esperanza en Dios, de un futuro maravilloso y también en el presente disfrutamos de Dios, pero al ver en el presente muchas luchas cotidianas, eso nos indica que el tener la esperanza en Dios, no nos exime de padecimientos y que por lo mismo todos los días debemos buscar más al Señor y clamar a él por su misericordia. Lo bueno de todo esto es que la esperanza no se diluye por las aflicciones, sino al contrario, al estar nosotros establecidos en Cristo la esperanza es más segura.
«Hay que tomar una postura humilde delante de Dios dependientes siempre de su misericordia, así no nos vemos impulsados a reclamar, sino a clamar y a esperan en la voluntad de Dios, seguros que hará lo mejor por nosotros, ya que a los humildes los atiende misericordiosamente. Dios es la fuente de lo que necesitamos, cuenta con todo, pues su misericordia es inagotable, por lo tanto, no solamente Dios cuenta con todo, sino que también ha asegurado por medio de Cristo ofrecernos todo.»
El que está en constante dependencia de Dios ejercita su fe por medio de la Palabra divina, porque justo esta es la revelación de quién es Dios y de sus propósitos para atendernos en nuestra miseria. Por esto es por lo que, hay que aprender a buscar las misericordias de Dios, lo cual implica pedir conforme a lo que Dios ofrece y aceptando por la fe a Cristo como el medio para acceder a la misericordia de Dios. Cristo mismo es la manifestación de la misericordia de Dios en el mundo y en nuestras vidas.
Ante todo, seremos guardados por Dios y nos hará avanzar con la verdad de su Palabra. Así que, sin la misericordia de Dios el mal nos destruiría, primero porque no podríamos salir de los dominios de satanás, ni tampoco sería posible romper las cadenas de la muerte.
Cristo vino al mundo para que satanás no pudiera retenernos más en el pecado, Cristo lo venció, y también con la resurrección de Cristo aseguró nuestra vida eterna. Todo esto es parte de la misericordia de Dios y podemos participar de ello al confiar en él y al aceptar su palabra como verdad para obedecerla, para guiarnos por ella mientras esperamos el cumplimiento constante de las promesas de protección y perseverancia.