Las preocupaciones traen aflicción a nuestra vida cuando no podemos controlarlas. Lo primero que tenemos que saber, es que siempre existirá la preocupación, y lo segundo, es que no estamos solos para afrontarlas. Dios se ofrece para ayudarnos, y por eso, si hoy estamos preocupados o ansiosos debemos poner esto en las manos de Dios y él sabrá qué hacer.
«En algún momento, tal vez Dios quite de nosotros aquello que nos preocupa, pero en otros casos, él querrá que eso permanezca en nuestra vida, sin embargo, nos fortalecerá para que podamos resistir y hará que la experiencia en esa circunstancia nos favorezca, en el crecimiento de nuestra fe y en el gozo por la manifestación de su presencia. La correcta ocupación ante las preocupaciones, es el cultivo de nuestra comunión con Dios, pues allí está nuestro refugio y la salida para evitar todo el daño que pueda causar la ansiedad y el afán.»
Cuando queramos resolver todo por nuestra cuenta vamos a añadirle más aflicción a nuestra vida, estaremos manifestando orgullo y al final seremos vencidos por las circunstancias. Con total humildad tenemos que acudir a Dios reconociendo nuestra insuficiencia y tenemos que confiar en que él ha prometido ayudarnos. Así que, cuando estamos pasando por momentos difíciles podemos conocernos más, logramos saber cuánto confiamos en Dios, cuánto le creemos y cuánto le obedecemos.
No nos quejemos por todas las cosas difíciles que nos tocan cargar, porque fácilmente podemos despojarnos de ello al buscar el auxilio divino. Aunque Dios sabe cuándo estamos sobrecargados, él espera nuestra actitud correcta al buscar y clamar por la manifestación de su presencia.
No queramos hacer el trabajo de Dios, porque si él dice que echemos todas nuestras ansiedades sobre él es lo que tenemos que hacer, ya que en este proceso de cargar lo pesado y ponerlo en las manos del señor seremos bendecidos grandemente, su obra se completa para que seamos perfeccionados y podamos tener la plenitud de nuestra salvación, la cual nos ha sido dada por gracia, la misma gracia con la que Dios nos asiste en los tiempos de ansiedades.