Podemos tener la seguridad y el gozo de ser hijos de Dios. Esta seguridad es por lo que Cristo hizo en la cruz y Dios por medio del Espíritu Santo nos hace saber quiénes somos. Dios está obrando en el plan de nuestra salvación, por eso cada día somos más convencidos y transformados a través del evangelio entre tanto estamos concentrados en Cristo y siendo dóciles ante la dirección y santificación del Espíritu Santo.
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.” 1 Juan 3:2-3
Aunque no sabemos muchas cosas del futuro, tenemos la seguridad de que nuestra vida será plena con Dios, porque por fin habremos vencido la muerte, a satanás y el pecado. Nuestro gozo será total y se extenderá por siempre. Lo más importante es que estaremos con Dios por siempre disfrutando su presencia manifiesta sin que nos interrumpan nuestras maldades, porque todo habrá pasado y nuestra vida será perfeccionada.
El hecho de saber que cuando Cristo venga seremos glorificados para estar en la capacidad de permanecer sin pecado, nos anima para esperar ese momento consagrándonos, luchando contra el mal llenos del poder y de la fuerza de Cristo. Está visto que Dios quiere que seamos como Jesús, perfecto y para estar siempre en su presencia. Pero esto que será en la eternidad es algo que ya ha comenzado para los que estamos en Cristo, por eso cada día sin frustrarnos y disfrutando a Cristo debemos purificarnos y dedicarnos solo para vivir en la fe y para Cristo.
Vivamos contentos todo el tiempo y dedicados a la vida que agrada a Dios, siempre dependiendo del evangelio, y que ni el pecado nos haga renunciar a la esperanza de estar en la presencia de Cristo sin interrupción para contemplar y disfrutar de su gloria. Todos nuestros pecados pueden ser perdonados y nuestra vida es restaurada, porque todo esto Dios lo aseguró por medio de Cristo.
Hoy podemos conocer a Cristo a través de lo que la Biblia dice de él y mientras esto sucede puede ir creciendo la esperanza de que le veremos con nuestros ojos físicos. Pero también, al saber quién es Cristo y al identificarnos con él, como nuestro Salvador, debemos tener el propósito de irnos pareciendo a él, sin que por nuestras faltas perdamos la esperanza de que Dios nos hará como él cuando Cristo venga por nosotros. Así que, no perdamos la esperanza de que seremos perfeccionados como Cristo es perfecto.