
Con total confianza podemos esperar la intervención de Dios en el plan de satanás, porque el diablo busca alejarnos de Dios y de sus bendiciones mediante la tentación. Satanás trata de mantener a los cautivos siempre presos bajo su poder y lanza sus dardos de tentaciones contra los que tienen una buena relación con Dios, para afectar esa condición espiritual, pero Dios siempre vela por nosotros, porque no dejará que seamos tentados más de lo que podemos soportar.
«Nuestra oración permanente debe ser para buscar la ayuda de Dios, su fortaleza y poder, para ser fuertes ante el enemigo de nuestra alma. Hay que confiar que con Cristo somos más que vencedores, y debemos aceptar por lo mismo, que sin Cristo satanás logrará sus propósitos y que la consecuencia para nuestras vidas es terrible, ya que el diablo, es ladrón, asesino y destructor.»
Satanás nunca dejará de seducirnos para pecar, haciéndonos creer con la mentira, que lo que nos ofrece nos traerá deleite y que será lo mejor para nuestras vidas. Es por esto, que siempre debemos tomar en cuanta La Palabra de Dios, porque, justamente con La Palabra de Dios somos guardados y podemos vencer al tentador. Tengamos la seguridad que, si Dios nos permite pasar por un tiempo difícil de pruebas y de tentaciones, es para que nuestras vidas aprendan a depender más de él y para que gocemos de su poder y gracia.Reconociendo nuestra debilidad no debemos desear ser expuestos a las tentaciones, por eso, la oración es un recurso espiritual, con el que podemos pedirle a Dios, que no permita la tentación, que nos ayude en nuestra vulnerabilidad, y hay que estar siempre centrados en el evangelio para que con la victoria de Cristo podamos vencer y permanecer firme ante las obras del diablo.Estemos en Cristo siempre para que su reino derribe las obras del diablo que hallan en nuestras vidas, y por lo mismo, aceptemos la autoridad del evangelio para someternos con humildad y confiar en las promesas de Dios. No dependamos de nuestra fuerza, porque el enemigo es espiritual, por lo tanto, debemos depender del poder del evangelio, porque con el poder de Cristo es con el que podemos ser salvos y vencer siempre al tentador.