Jesucristo vino para traernos la salvación que necesitábamos, y que no podíamos alcanzar por nuestra propia cuanta, pero al rechazarla, el ser humano siguió en su misma condición de maldición y de condenación. El que no recibe a el Salvador dado por Dios, no tienen ninguna otra esperanza, porque fuera del plan de Dios para salvar al ser humano, no hay ni la mínima posibilidad de la vida eterna.
«El responsable de la condenación humana es uno mismo, porque desde el principio fuimos capacitados para estar en la comunión con Dios, para permanecer en su palabra y rechazar a satanás. Sin embargo, cuando se le dio lugar a satanás y a su palabra, entró el pecado y con el pecado la muerte y condenación. De ninguna manera, satanás quiere ceder, ante la posibilidad, de que las personas sean libres, pero cuando el evangelio llega y es recibido, las cadenas del mal son quebradas.»
Cristo vino a deshacer las obras del diablo, su poder es como la luz que acaba con las tinieblas, por eso, los que creemos en el evangelio podemos salir de la influencia espiritual de satanás. Por esto mismo, todos los creyentes debemos permanecer en el evangelio, para que cada día estemos experimentando la victoria sobre satanás y estemos disfrutando la transformación de nuestras vidas, el deleite de la salvación y de todas las bendiciones de Dios.
Los esclavos de satanás, se mantienen pecando bajo sus órdenes espirituales, porque sus naturalezas son pecaminosas, por eso todas sus obras serán contrarias a la justicia de Dios y, por lo tanto, cuando llegue el momento sufrirán la sentencia y el castigo final, junto con satanás. Así como el evangelio es el único que pude liberarnos del poder de satanás, es el único que puede cambiar nuestra vida, porque en Cristo nacemos de nuevo y recibimos una nueva naturaleza. Aceptemos hoy a Cristo para ser libres del mal y de la condenación, y para que así tengamos vida eterna.