Cristo llena nuestra vida de calma cuando creemos en él

Cristo logró la paz para nuestras vidas; no importa cuán complicados son nuestros días, si tenemos a Dios de nuestra parta todo estará bien. Dios hace que tengamos victoria, ante todo, porque con su presencia siempre podemos salir adelante, pero esto es posible cuando somos reconciliados con él por medio de Cristo. Así es como la paz que emana de la reconciliación con Dios envuelve toda nuestra vida y nos hace estar firmes ante la tormenta del mal.
«Jesús antes de ascender al cielo no nos deseó la paz, él logró la paz en nosotros. Aunque físicamente Cristo no estaría más en la tierra, su presencia es real espiritualmente, por eso es que podemos decir, que Cristo es la paz en la vida, que, si creemos en él, mora en nosotros para siempre y así es como podemos disfrutar de la paz que no puede ser quitada por nada ni por nadie.»
Cristo es el Príncipe de paz, y como mora en todos los que creen en él, la paz no escasea, pero tampoco se puede lograr esta paz por ningún otro medio. La paz por medio de Cristo es fortaleza en la vida, para que podamos soportar esos tiempos de inestabilidad, para que podamos vencer esperando tranquilos, que las promesas de Dios se cumplan. Cristo hace cada día posible la paz en los seres humanos que creen, porque los llena del consuelo del Espíritu Santo y los reviste del poder espiritual.
Satanás engaña a muchos asiéndoles pensar que en las cosas materiales y pasajeras del mundo uno puede estar seguro. Las personas buscan estabilidad, pero nada puede darnos eso fuera de Cristo. No importa cuántas cosas tengamos para el mañana, si Cristo no está en nuestro presente, tampoco tendremos el bienestar para el futuro.
Solamente cuando tenemos los favores de Dios, porque no está más como nuestro enemigo, es que podemos disfrutar un presente maravilloso en la comunión con él, y podemos ser bienaventurados en el futuro a pesar de cualquier adversidad. Disfrutemos de la calma que Cristo nos da, cunado al creer en él somos reconciliados con Dios para disfrutar de sus favores, iniciando todo con la salvación.