Despertemos cada día esperando la misericordia de Dios, porque por ella hará grandes cosas en nuestras vidas y en nuestras familias, solamente debemos creer. Cada día es un campo de acción de Dios, pero también es el escenario para su gloria, es decir, Dios siempre estará actuando poderosamente para el bien de sus hijos, y en todo eso nosotros debemos reconocer su gloria, por eso con total gratitud y sometimiento hay que darle la alabanza y la adoración.
«Dios siempre espera que nuestra vida reciba el perdón en cada error, y que seamos restaurados, por eso nos llama tiernamente para que estemos a cuentas. Si podemos despertar en un nuevo día esa es una bendición muy grande, porque lo primero que podemos hacer es humillarnos ante la presencia espiritual de Dios y así podemos confesar nuestras maldades para recibir su misericordia.»
El buscar la santa comunión con Dios es lo primero que debemos hacer en un nuevo día, porque de esto dependerá todo lo demás para vivir ese día al máximo y lleno de los favores y bondades de Dios. Lo mejor que nos puede pasar es vivir contentos con el gozo del perdón y de la salvación y no bajo el miedo y la vergüenza por el pecado. La mejor felicidad para cada día depende de la presencia manifiesta de Dios en nuestras vidas, esto es cuando nos hace sentir su amor y experimentamos su gracia.
Todas las bendiciones espirituales que Dios nos ha dado permanecerán en nuestras vidas, esto quiere decir, que si ya somos hijos de Dios él no va a renunciar a su paternidad, y no nos desechará, porque él es fiel. Sin embargo, para que podamos disfrutar esta experiencia espiritual hay que estar en Cristo y siempre en él todos los días. Todas las demás cosas que Dios nos ha ofrecido por su gran misericordia llegarán a nuestras vidas, porque Dios no se olvida de lo que promete, no cambia sus promesas y él no miente. Disfrutemos siempre de las misericordias abundantes de Dios.