
Es una gran bendición que Dios nos conceda las capacidades naturales para pensar, razonar, planear y tomar decisiones. Lo que también es claro, es que Dios nos creó así para que funcionemos perfectamente en la comunión espiritual con él. Como el pecado atacó e invadió nuestra vida nos corrompió totalmente, así nuestras las facultades fueron afectadas, es decir, aunque ahora de manera natural podemos seguir con las capacidades propias de un ser humano, ya no podemos definir bien el fin perfecto de lo que hacemos, ni mucho menos podemos honrar a Dios con los medios para lograr las cosas.
«El hombre natural, o sea el que vive únicamente en la carne y no tiene conciencia de la comunión espiritual de Dios no tiene como propósito glorificar a Dios con lo que hace, ni tampoco cómo haces las cosas, porque este piensa solamente en lo físico y en lo material, no tiene una conciencia clara de que fue creado por Dios para que sea feliz y próspero a la manera de Dios y en Dios.»
Los que confiamos en Dios tenemos la gracia que él mismo nos ha dado, para que todos nuestros planes y propósitos sean revelados por él mismo con el discernimiento espiritual y con la sabiduría celestial por medio del Espíritu Santo. Todo esto lo podemos ir adquiriendo cada vez más cuando prestamos atención a la Biblia como la Palabra revelada de Dios, porque ahí también podemos encontrar su voluntad y los planes de vida que tiene para nosotros.Si queremos que nos vaya bien en esta vida hay que planear todas las cosas dependiendo de Dios, con humildad delante de él, porque él es el Señor de nuestra historia, somos sus criaturas y porque no hay otra manera para estar bien, sino solamente cuando tenemos comunión con Dios con el propósito de glorificarlo en todo. Dios nos ayuda para elaborar nuestros planes y para ejecutarlos, y lo más maravilloso de todo esto, es que si de verdad ponemos toda nuestra confianza y obediencia en Dios viviremos la vida y haremos todo conforme a su corazón.