Confiemos en Dios y no en las personas, las personas fallan y siempre hay que luchar, aunque sea solos, pero con la ayuda de Dios. Si te has estancado por la decepción, por la tristeza y porque esperabas más de las personas, hoy es tiempo para que te levantes, debes seguir tu camino y tus proyectos. Lo más importante en nuestra vida es la presencia de nuestro Dios, es que estemos en la comunión con él y que le seamos fiel en eso para lo que nos formó en el vientre de nuestra madre.
No esperes nada de la gente mediocre y necia, haz lo que puedas para ayudarlos, pero no dejes que te arrastren a su propia pobreza de mente y de espíritu. No desmayemos ante los problemas que nos rodean, porque hoy tenemos la promesa de Dios que hace posible que sigamos para adelante: «No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Isaías 41:10 RVR1960
Demos nuestra mano a Dios todopoderoso y lleno de amor quien quiere guiarnos por esa senda de gran satisfacción por sus bendiciones y misericordias. La mano de Dios es nuestra fortaleza, nuestro soporte, defensa y provisión. Cambiemos nuestro pensamiento pesimista y seamos optimistas al saber que Dios va con nosotros, que no nos dejará y que se encargará totalmente de nuestra vida hasta que todos sus planes y proyectos se cumplan en nosotros y con nosotros.
Hagamos la voluntad de Dios y no la voluntad de las personas, actuemos conforme a las promesas de Dios y no de acuerdo con las circunstancias. Actuemos con la fuerza de Dios y no con la nuestra. No seamos sabios en nuestra propia opinión, sino que debemos tomar la palabra de Dios como la regla para nuestro proceder, y de la misma manera, hay que ser valientes no por soberbia, sino porque confiamos en la presencia de Dios y en todas sus obras. No nos estanquemos, porque el agua que no corre se echa a perder y no tiene ninguna buena función, vayamos por eso planes y propósitos para glorificar a Dios y disfrutar con satisfacción la vida bendecida por él.