La presencia de Dios es suficiente para nuestra vida

Aunque pareciera ser que Dios no está con nosotros cuando sufrimos, en realidad sí lo está. Cuando llegamos a sentirnos solos en las aflicciones es porque estamos aferrados a los buenos momentos, es porque dependemos de la circunstancia y no hemos aprendido a confiar en Dios y a disfrutar de su presencia. Dios es la alegría de la vida y la solución de todo, pero esto puede creerse por la fe y se experimenta cuando somos guiados en lo espiritual por el Espíritu Santo.

«Si estás deseando morirte porque ya no aguantas tus problemas eso es síntoma de incredulidad, de soledad y corres mucho riesgo, pues tu verdadero problema es lo espiritual, es decir, necesitas creer en Cristo para que tu alma sea salva. Ante esta situación reflexiona en dos cosas; primero, si sientes soledad ahora que tienes vida, imagínate que será después de la muerte, y lo segundo, si ahora no buscas la ayuda de Dios, significa que después de la muerte no podrá estar con Dios. Por lo tanto, para los incrédulos la muerte no es la solución, sino la perdición.»

No desee morir, desea vivir y disfrutar la presencia de Dios todos los días. Ninguno de tus problemas impide la presencia de Dios, ni superan su poder, lo cual significa, que en verdad Dios puede ayudarte, pero debes creer. Empápate del conocimiento de la palabra de Dios y así de manera espiritual recibirás la ministración divina para que puedas creer. Si no hay fe no podemos creer que Dios nos acompaña, y mucho menos podemos tener la seguridad de que él nos ayuda en nuestras aflicciones.Dios está por encima de todo gobernando, haciendo que todas las cosas ocurran como él quiere y para sus propios planes y propósitos. Por esto la presencia de Dios nos debe hacer sentir seguros y debemos estar esperando en todas sus maravillas. Disfrutemos todos los días del bien de Dios cuando nos ayuda a superar las aflicciones, pero también cuando nos permite disfrutar de todo el bien espiritual que recibimos en la comunión con él de manera espiritual por medio de Cristo. Anhelemos la presencia de Dios para que siempre estemos bien en él.

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