Nuestra vida es prosperada por Dios cuando prometemos y hacemos todo lo posible por cultivar nuestra comunión con él usando el recurso espiritual de la oración. Al iniciar un nuevo día Dios está esperando nuestras oraciones, primero porque él ha dicho que debemos orar y por eso con obediencia hay que estar buscando su presencia, y segundo, porque al iniciar el nuevo día debemos comenzarlo con la bendición de Dios y debemos ofrecérselo como alabanza.
«Cuando iniciamos el día orando a Dios y glorificando su nombre seguramente ese día será próspero aun cuando pasemos tribulaciones, ya que cuando confiamos en Dios y dependemos de él somos personas que estamos aprendiendo a buscar todo en Dios y él nos concede por su gran amor lo que necesitamos para soportar las adversidades y para aprovechar cada momento del día y de la vida.»
Con la bendición de Dios podemos ser personas esforzadas, con buenos planes y con la capacidad necesaria para estar ocupados y siempre dando frutos espirituales y como resultados de nuestras actividades diarias y en los oficios cotidianos. Que el deseo de ser próspero sea para la gloria de Dios y como testimonio de nuestra fe y fidelidad. Vivamos todo el tiempo creyendo en Dios, sometidos a él y confesando que es nuestro Dios y que en nuestro corazón no hay cabida para nadie más.Iniciemos el día disfrutando del reinado de Dios, seguros de que en su reino tenemos la provisión necesaria, la protección y la victoria. Pongamos nuestras vidas en las manos soberanas de Dios para que estemos bien y para que nos use conforme a su voluntad. Comencemos el amanecer del día sometidos al señorío de Dios, porque también esta es la manera de estar dentro de todos los beneficios de este reino celestial que se disfruta todos los días en lo terrenal mientras llega el día glorioso de la segunda venida de Cristo. Iniciemos orando a Dios porque ya está esperando nuestra oración.