
Debemos pedirle a Dios que aumente nuestra fe, que nos ayude para que seamos responsables de usar todos los medios que nos ha dado para alimentar nuestra fe. Por la necesidad de que nuestra fe crezca Dios nos probará, para que nos demos cuenta de nuestra condición de fe, pero también ahí será un buen momento para ejercitarnos en fe al enfrentar la prueba confiando en las promesas de Dios.
«La persona que no cree está bajo maldición y en condenación, ya que se necesita creer en Cristo y recibirlo por la fe para que uno pueda ser salvo, así recibimos la vida eterna y también Dios nos da la bendición de morar en la gloria celestial después de nuestra muerte física y después de la segunda venida de Cristo. Creer en Cristo es confiar en su sacrificio en la cruz para perdón de pecados y para que la culpa sea quitada.»
El corazón incrédulo es aquel que está cargado del pecado, el que está bajo el gobierno espiritual de satanás y vive en contra de la voluntad de Dios. Pero también un cristiano puede descuidar su comunión con Dios, y aunque ya fue libre del pecado y de satanás, puede caer bajo la influencia de satanás para pecar y de esa manera se actúa desagradablemente delante de Dios y esto trae consecuencias. Cuando no maduramos cristianamente somos más débiles ante la carne, el mundo y satanás.La fe nos hace aferrarnos a Dios y a sus promesas, por eso cuando está creciendo nuestra fe podemos estar más firmes, y somos más bendecidos porque el que pide con fe tendrá oraciones contestadas. Conocer más a Dios por medio de su palabra sustenta nuestra fe y cada vez que confesemos el mensaje de la biblia seremos ministrados por el Espíritu Santo para que abunde más la fe en nuestros corazones y seamos más santificados para Dios. Estemos atentos a nuestra fe y tengamos como propósito principal crecer en fe.