
Con la fe podemos creer que Cristo es nuestro Salvador, que con su sacrificio logró para nosotros esta y todas las bendiciones, pero también esta fe nos hace esperar su segunda venida y tenemos la seguridad de que en ese momento viviremos plenamente su reino el cual no tendrá fin. Hoy podemos disfrutar el reino eterno de Cristo, tenemos victoria en él sobre satanás y sobre la muerte, sin embargo, aún padecemos el dolor de estos males, más tenemos la esperanza de que en algún momento ya no sufriremos.
«Esperemos la segunda venida de Cristo sometidos a su reino, sirviéndole y por lo mismo honrando siempre su nombre. Vivamos contentos en todo momento, porque a pesar de los padecimientos que hoy tenemos hay victoria segura en Cristo. Tengamos la seguridad de que el plan de Dios en Cristo se completará, que nuestras vidas son perseverantes en él y que siempre seremos bendecidos.»
Si tenemos la seguridad de la gloria de Cristo para nuestra vida hoy, y la seguridad de que la disfrutaremos plenamente en el futuro, es porque con su sacrificio en la cruz nos unión con Dios y nos aseguró todas las promesas eternas. Para que las bendiciones del reino de Cristo sean parte de nuestra vida debemos conocerlo, creer en él, recibirlo y vivir siempre para su gloria. Claro está que lo más importante es que creamos, porque después de eso todo lo demás tomará lugar en nuestra vida, si verdaderamente creemos con la fe genuina.
Vivamos cada día seguros de lo que ya poseemos, por eso nuestro esfuerzo no debe ser para ganar lo que Cristo ya logró por nosotros, más bien seamos agradecidos y seamos testigos de este reino inconmovible. No pongamos la mirada en las cosas de este mundo, recordemos que nuestra morada eterna está en el cielo, que no somos ciudadanos de este mundo, sino del reino de Cristo y por eso hay que mantener la mirada hacia donde está Cristo gobernando en su trono de gloria, allí mismo en donde está nuestro lugar con él.