La felicidad está en la comunión con Dios, lo mismo la garantía de un futuro lleno de bendiciones eternas, y esta experiencia espiritual se hace presente en nosotros cuando tomamos la palabra de Dios como nuestra meditación diaria, ya que ahí nos encontramos con el evangelio y nuestra fe se aferra a Cristo. Por esto, cada día debemos renunciar al pecado y a toda la vida de vanidad, porque al vivir en contra de Dios solo hace que uno sufra la maldición.
De ninguna manera podemos aislarnos en este mundo de perversidad y de maldad, porque tenemos como encomienda sembrar la semilla del bien, pero siempre debemos estar alertas para no ser enredados por el mal, por ello al meditar en la palabra de Dios siempre, la verdad tomará más lugar en nosotros y se grabará en nuestra vida, y así es como viviremos la felicidad en el evangelio.