Confiar en Dios cuando tenemos miedo muestra nuestra fe, es una manifestación de la total dependencia y esta debe ser la actitud de todos los que confesamos que Dios es nuestro Dios. No debemos negar nuestra vulnerabilidad ante el peligro ni nuestra debilidad ante el miedo, más bien aceptando que somos presa fácil ante esto, hay que buscar el auxilio de Dios para enfrentar nuestras adversidades y el temor.
“Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?” Salmos 56:3-4 NVI
La seguridad de que Dios puede ayudarnos en todo nos da valor para luchar, para honrar su nombre en medio de todas las circunstancias, sabiendo que Dios cuida de nosotros y nunca permitirá que seamos destruidos por el mal. Tengamos mucho cuidado para que el miedo no domine nuestra vida, sino que sea la fe la que nos mueva, porque solamente así nuestra vida será productiva y bendecida al estar dependiendo de Dios.
Que cada palabra de Dios sea para nosotros verdadera, y confiemos que lo que Dios ha dicho que nos dará lo recibiéremos. Esperemos con calma en lo que Dios ha prometido como parte de su obra en la vida de sus hijos y de su pueblo, para que podamos superar el mal que nos acecha y para que seamos vencedores en los procesos de adversidades. El miedo es el resultado de la incredulidad, así que la única forma de tener más seguridad y valor es que procurando que nuestra fe crezca.