Nuestra fortaleza y escudo

No podemos negar todo lo difícil que enfrentamos en esta vida, como tampoco podemos negar que podemos soportar en victoria porque Dios nos fortalece con el poder de Cristo quien ha vencido al mal. El mal nos hubiera ya destruido si Dios no se manifestara con amor fiel para protegernos, por eso debemos disfrutar y testificar la verdad de que Dios guarda seguro a su pueblo.
“Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré.” Salmos 28:7
La confianza genuina en Dios emana del conocimiento que recibimos de él; de la verdad revelada con la que Dios nos ha dado a conocer quién es y nos ha revelado a Cristo como la bendición fundamental para nuestra vida. Cuando recibimos el mensaje del evangelio nace la fe por la obra del Espíritu Santo con la Palabra y así somos convencidos para depositar nuestras vidas en Dios por medio de Cristo, ya que por él Dios siempre nos ayudará.
Cuando tenemos la seguridad de que Dios está con nosotros para ayudarnos a superar todo lo malo, podemos vivir tranquilos siempre esperando lo mejor de él, y es así cómo podemos vivir contentos. La verdadera alegría no es por la ausencia de las dificultades, sino por la presencia de Dios, quien es capaz de hacer que estemos muy bien en medio de las adversidades más difíciles. Es con Dios que podemos decir que somos bendecidos en las dificultades y por eso también nuestra vida se llena de alabanza, pues nadie merece la gloria como él. Vivamos contentos confiando en Dios y dándole toda la gloria porque siempre nos ayudará y protegerá.